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La piel maleable sobre la piel, los moviéndose alternos, buscando embonar como una ficha en la boca del otro, como un juego.
Perpetuidad porque somos el cúmulo de bocas que hemos besado antes. La presión, las mordidas que calman el impulso.
¿Por qué cerrar los ojos al besar?
Porque la mente busca perpetuar ese instante en la memoria, en no poner más atención en nada, apagando el mundo.
Es la plástica del beso, es la memoria infinita, son las manos sobre las mejillas, sobre el cuello dejando un respiro en la boca del otro, perdiendo la noción del tiempo, del espacio, del sonido.
Absoluto y puro.
Cambiando la realidad en segundos.
Es la unión más pura y efímera.
Una lengua aprisionando a la otra, no dejando respirar, asfixiando un poco.
Mareando un poco más.
La mente confusa y aun así más clara que nunca.
Texto: María Bonita
Fotos: Srta. McBraun
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